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Ayúdenos en esta  importante iniciativa para llevarles consuelo y esperanza
a enfermos y ancianos

En una época en la que existe tanto sufrimiento, aislamiento, tristezas y miedo, nos alegra mucho, al menos, poder contar con su ayuda para ungir el aceite del consuelo y el bálsamo de la esperanza sobre enfermos y ancianos.
¡Sí! De la esperanza, que es como una sonrisa celestial, una estrella que aparece en medio de la tempestad, una luz que brilla en la completa oscuridad y un poco  de calor humano que derrite el hielo y el aislamiento.
Al no haber conseguido entrar en contacto directo con los enfermos y los ancianos que  están en hospitales o residencias, a causa  de las restricciones de la pandemia, nuestra Asociación acaba de lanzar una nueva  iniciativa, a principios de este año, en la que me gustaría contar su ayuda.

Como ya sabe, el próximo 11 de febrero celebraremos la fiesta de Nuestra Señora de Lourdes, patrona de los enfermos, y también el trigésimo aniversario de la Jornada Mundial del Enfermo, instituida por san Juan Pablo II.
Por eso, nuestra Asociación ha querido marcar especialmente esa fecha al invitar a los enfermos y sus familiares a detenerse ante María, Madre de Cristo, aquella que permaneció junto a la cruz, a fin de que cada cual pueda presentarle sus cruces, que tanto pesan sobre sus hombros.

Colabore con nuestra Asociación para que podamos, ya a principios de año, ayudar a algunas instituciones que están atravesando muchas dificultades y proseguir con nuestras actividades.

«Queridos miembros de la asociación Misericordia.
Desde la residencia Santa Teresa Jornet de Ciudad Real, os agradecemos vuestras  oraciones, vuestras colaboraciones y el  interés que mostráis hacia los mayores que tenemos acogidos en nuestro hogar, así como todo el bien que sabemos hacéis por los más necesitados, con la ayuda de la  misericordia del Padre.
En la actualidad, la residencia está formada por la comunidad religiosa de doce Hermanitas de los Ancianos Desamparados, que en este momento  tenemos a nuestro cargo a casi 130 ancianitos, y para dar un buen servicio  contamos con una plantilla de unos  cincuenta empleados, que nos ayudan en  nuestra misión.
Tras el COVID, sufrimos una merma en el número de ancianitos. Sin embargo, tuvimos que contratar a más personal  porque las circunstancias sanitarias nos lo
exigían.
Hemos pasado unos momentos muy  difíciles, por las trabas administrativas y por la situación emocional vivida.
El resultado de todo esto, es que hemos  vuelto a empezar una nueva etapa, con los residentes que teníamos ya en casa mucho más dependientes que antes de la  pandemia, y con los ancianitos que van  ingresando, que vienen con sus  capacidades físicas y cognitivas muy  disminuidas y seguimos teniendo la puerta  abierta a todos ellos, aunque eso supone  tener más personal contratado, que el que teníamos con anterioridad a la pandemia.
Uno de los casos que hemos acogido  recientemente es el de un señor que llegó  con 61 años, soltero, aficionado al juego, alcohólico, gran fumador; llegó muy perjudicado, había perdido hasta la  capacidad de caminar y había que darle  hasta de comer. Gracias a Dios, tras unos  meses en casa, se está recuperando, pero este señor no aporta pensión ninguna.
En situación parecida a la de él, tenemos a una buena parte de residentes, que lo único que pueden aportar es su pensión no contributiva, o el caso de matrimonios que tenemos a los dos ingresados, con la jubilación mínima de él.
Gracias a Dios, tenemos a otro grupo de  ancianitos, que tienen pensiones mayores y con unos y otros, la media de lo que pagan es de 800 €, que tampoco es suficiente para pagar el coste real de la plaza, que son 1350 €.
Y ustedes se preguntarán, ¿cómo se sale adelante con esta situación?
La respuesta es firme: Con la ayuda de la  Divina Providencia, no hay más. Vivimos  en un continuo milagro.
Cuando las dificultades se hacen más  notables, aparece siempre un ángel que nos ayuda, unas veces con el nombre propio y  otras veces con el nombre de una asociación.
Ahora estamos en esos momentos de dificultad, porque aún tenemos plazas que no se han cubierto tras la pandemia, por lo que seguimos con menos ingresos y los gastos mensuales son mayores que las  entradas que tenemos.
Las nóminas de los trabajadores y los  seguros sociales son una gran carga  económica, pero además nos acercamos al  frío y a los días cortos en los que tendremos más gasto de luz eléctrica y el gran gasto  que genera la calefacción.
Por todo esto deciros que cualquier ayuda  para estos fines sería de mucho  agradecimiento por nuestra parte.

Desde aquí viendo las necesidades de  nuestros mayores y con toda humildad os pregunto: ¿Y si pudierais colaborar en que no les falte el calor a nuestros mayores, al igual que nos llega vuestro calor emocional con vuestras oraciones?
Tenemos la necesidad de dar un buen  servicio y mantener una buena temperatura
en nuestro hogar para que no pasen frío. 
No tendríamos ningún problema en justificaros el gasto con los recibos que pagamos.

Aun así, comprendemos que en todos los  hogares, también en los de nuestros bienhechores, hay muchas dificultades, por lo que si esto fuese mucho pedir, os voy a hablar de otra necesidad concreta que  tenemos.
Ya os hemos hablado de la situación física y cognitiva que tienen.
Os voy a contar algún caso en concreto. 

Tenemos una señora con 77 años que lleva desde los 16 en la residencia. Sus padres la abandonaron y las Hermanitas le abrieron la puerta. Tiene el cuerpo y la cara lleno de verrugas, tiene una gran deformidad ósea, que no le permite estar a gusto ni en la  cama ni en los sillones que disponemos, y sólo puede estar sentada o tumbada. Y no al extremo de esta señora, pero con mucha  afectación también, tenemos a unas  dieciséis mujeres y unos cinco hombres,  que por las horas que pasan sentados, les  vendrían muy bien unos sillones de ruedas geriátricos.
Otra opción para mejorar la calidad de vida de esta señora y para otra señora que  también pasa a la semana muchas horas  encamada, sería la de una o dos camas  articuladas hospitalarias, que les haría  mejorar mucho su comodidad y calidad de vida.
Con estas palabras os hacemos partícipes  de las necesidades más urgentes que  tenemos.
Os agradecemos una vez más vuestro apoyo y dijimos nuestras oraciones a todos  nuestros bienhechores y sus familias. ¡Dios os bendiga!».

¡Cómo iríamos a rechazar el ofrecerle a esta residencia una ayuda económica que le permita, por ejemplo, mantener la calefacción encendida durante el invierno,
comprar las dos camas articuladas hospitalarias o incluso las sillas de ruedas geriátricas!

Sé muy bien que usted ya contribuye para el proseguimiento de nuestras actividades y no tenemos palabras para manifestarles nuestra gratitud. No obstante,
creo que en situaciones como las descritas anteriormente, podremos, con su donativo, ayudar a esta residencia, así como continuar con nuestras importantes
actividades.
Por lo tanto, vengo a solicitarle hoy su colaboración.
¿Podríamos contar con un donativo de 20€, 30€ o incluso 50 euros para poder ayudar a esa residencia y proseguir con todas las demás actividades de nuestra
Asociación?
Con su ayuda le haremos llegar un pequeña sorpresa de regalo en agradecimiento por su generoso gesto

¡Contamos realmente con usted!
Estoy seguro de que su corazón entenderá las grandes dificultades que las residencias están atravesando a causa de la pandemia, la necesidad de ayudarlas y de
proseguir todas nuestras actividades de consuelo hacia los que sufren o que viven aislados.
Muy agradecido por lo que pudiera hacer por nuestra asociación, me despido, deseándole a usted y a su familia un año de 2022 vivido bajo el cuidado materno de la
Santísima Virgen, con mucha salud, alegría y paz.