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¿Quién no necesita de oraciones y Misas cuando está enfermo o ya es anciano, viviendo en soledad, lejos de su familia y amigos?

«Venid a Mí, todos los que sufren, que estáis afligidos y cansados, decía el divino Salvador, y yo os aliviaré» (cfr. Mt 11, 28).

Cuando Jesús caminaba por Galilea, muchos menesterosos le gritaban: «¡Señor, ten piedad!». El ciego a la salida de Jericó (Lc 18, 38; Mc 10, 47), la cananea en tierras paganas (Mt 15, 22); el padre del endemoniado en las faldas del Tabor (Mc 9, 22; Mt 17, 15); los leprosos en el camino hacia Jerusalén (Lc 10, 13)… De todos, el Maestro se apiadaba, pues «pasó por la vida haciendo el bien», como proclama
S. Pedro (Act 10, 38).

Así, si conoce enfermos, o usted mismo está inmerso en tristeza, con muchos dolores y cansado de tanto sufrir, deposite sus penas en el Corazón de Jesús. No hay mejor medio de hacerlo que rezar o de pedir Misas en estas intenciones.

El apóstol Santiago escribe: «¿Está enfermo alguno entre vosotros? Llame a los presbíteros de la Iglesia, que oren sobre él y le unjan con óleo en el nombre del Señor. Y la oración de la fe salvará al enfermo, y el Señor hará que se levante, y si hubiera cometido pecados, le serán perdonados» (St 5, 14-15).

Sacerdotes amigos de la Asociación Misericordia celebran Misas para los enfermos y ancianos, rellene hoy mismo el formulario con sus intenciones.