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André Ferreira
Publicado: julio 31, 2023

En busca de los pecadores: La compasión redentora de Jesús

 

Introducción

En las páginas sagradas del Nuevo Testamento, encontramos una fuerte declaración de Jesús: «No he venido para los sanos sino para los enfermos». Estas palabras, impregnadas de misericordia y redención, nos invitan a reflexionar sobre el profundo amor que el Mesías tenía por aquellos que reconocían su propia necesidad de arrepentimiento y perdón. Hoy, analizaremos cómo esta frase se enlaza con el episodio de la mujer pecadora adúltera, y cómo ambos momentos reflejan la compasión y el llamado de Jesús hacia cada uno de nosotros.

La misión de Jesús: Sanar a los enfermos

En los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas, encontramos la repetición de la frase que resume la misión de Jesús en la Tierra. El Salvador vino a buscar a aquellos que reconocen su condición de «enfermos espirituales«, a aquellos que comprenden que necesitan sanación y redención. En contraposición, Jesús no se dirige a aquellos que se consideran «sanos» por sus propios méritos, sino a aquellos que se reconocen como pecadores necesitados de su gracia.

El encuentro con la mujer pecadora adúltera

Uno de los episodios más conmovedores en la vida de Jesús es su encuentro con la mujer adúltera en el templo. Los fariseos y maestros de la ley la presentan ante Él, acusándola de un pecado grave y exigiendo su condena según la ley de Moisés. Pero aquí es donde la compasión y sabiduría de Jesús se hacen evidentes.

En lugar de condenarla de manera rápida y categórica, Jesús desafía a los acusadores, poniendo de manifiesto que todos somos pecadores y que ninguno de ellos es inmaculado. Con una simple pero profunda pregunta, invita a aquellos sin pecado a arrojar la primera piedra. La reacción es sorprendente: uno a uno, los acusadores se retiran, dejando solo a Jesús y a la mujer.

La gracia que perdona y transforma

En este punto culminante del relato, la compasión de Jesús brilla con intensidad. Al preguntarle si nadie la ha condenado, Él se ofrece como el único sin pecado que podría hacerlo, pero elige no hacerlo. En cambio, muestra a la mujer el amor y la gracia de Dios, diciendo: «Yo tampoco te condeno«. Jesús no ignora el pecado, pero tampoco lo utiliza como arma para herir a los que ya están heridos.

Con estas palabras llenas de esperanza, Jesús le da una oportunidad de comenzar de nuevo, de arrepentirse y cambiar su vida. En este encuentro, la mujer pecadora adúltera experimenta la verdadera misericordia y el amor incondicional de Jesús, lo cual la lleva a un camino de transformación y redención.

Reflexión final

La frase «No he venido para los sanos sino para los enfermos» reúne la esencia de la enseñanza y el ministerio de Jesús. Su amor inquebrantable y su deseo de redimirnos nos recuerdan que todos somos pecadores necesitados de su gracia. Ya sea en los pasajes de las Sagradas Escrituras o en el encuentro con la mujer adúltera, Jesús nos invita a acercarnos a Él con humildad, reconociendo nuestras faltas y buscando su perdón.

Que este relato nos inspire a reflejar la compasión de Jesús en nuestras propias vidas, mostrando amor y misericordia hacia aquellos que nos rodean. Recordemos siempre que en Él encontramos una esperanza eterna, una gracia redentora y un llamado a transformar nuestras vidas, para que podamos vivir en comunión con nuestro Salvador.