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Santa María de la fidelidad

 

Santísima Virgen María, Madre de Dios y Madre nuestra: he pensado mucho en las últimas palabras que dijiste: ‘Haced lo que Él os diga’ y vengo a formular ante ti un firme e irrevocable propósito: haré siempre y en todo lo que el Señor me pida.

 Pero lo hago con un cierto temor, con un poco de miedo. Sé que muchos han prometido lo mismo y, no lo han cumplido, se han cansado, han abandonado y no han sido fieles. Veo cómo nos mira Jesús, preocupado: ‘¿también vosotros me queréis abandonar?’. He sentido un escalofrío. ¿Será posible?. Santa María de la fidelidad inquebrantable, ayúdame a dar a Jesús una respuesta contundente: ‘aunque todos te abandonen, yo no’. Ayúdame a ser fiel al Evangelio de Jesús.

 No es fácil ser fiel. No es fácil caminar con lealtad. No es fácil vivir en fidelidad. La fidelidad se pide especialmente en tiempos difíciles, cuando hay cambios, transformaciones, confusionismos, tentaciones y pruebas. La condición cristiana lleva inexorablemente el compromiso de fidelidad. ‘Amad al Señor, fieles suyos’.

 Santa María de la fidelidad inquebrantable, que siempre fuiste fiel, ayúdanos a caminar con lealtad, a no abandonar la bondad y la lealtad, ayúdanos a ser fieles. Es el que cumple la palabra, el que guarda el compromiso, el que respeta la alianza. La fidelidad contiene y comprendía en sí muchas virtudes, todas las virtudes; en realidad, se identifica con la perfección rustía: ‘Siervo bueno, siervo fiel entrad’, dirá el Señor. La fidelidad honra a quien la posee.

No podemos ser fieles al Señor si no descubrimos su voluntad, los designios de su voluntad y su plan de salvación. Santa María de la fidelidad, ayúdanos a descubrir los caminos del Señor. El plan divino de salvación comprende tres grandes líneas: la persona humana que hay que salvar; Jesucristo, único Salvador; la Iglesia, Sacramento universal de salvación. La fidelidad a este plan nos obliga a ser fieles a la persona humana, fieles a Jesucristo y fieles a la Iglesia.

 La fidelidad a Jesucristo lleva consigo necesariamente la fidelidad a la santa Iglesia. La Iglesia es un organismo vivo, que peregrina hacia la perfección todavía no alcanzada en su plenitud.

 La fidelidad a la Iglesia tiene un sentido activo, diagonal, de apertura valiente a la santa Iglesia. Santa María de la fidelidad, ayúdanos a ser fieles en estos tiempos difíciles.

 Necesitamos modelos de fidelidad, puntos de referencia y hasta refugios para la confianza, seguros de no sentirnos traicionados. ¿En quién puedo confiar? ¿De quién me puedo fiar?.

 Tú eres el Dios fiel y veraz, constante en tu ser y en tu obrar, siempre idéntico contigo mismo, tú amor es un amor eterno e inmutable. Nosotros podemos renunciar a ti y alejarnos insensatos; tú nunca renuncias a nosotros, ni nos abandonas. Nosotros podremos llegar a renunciar a ser hijos tuyos aunque lo somos; tú nunca renunciarás a ser nuestro Padre porque lo eres, y tú siempre eres ‘el que es’. Tú eres, Señor, nuestro refugio, el que animas y das sentido a nuestra fidelidad.

 La fidelidad en la doctrina exige adhesión de orden intelectual a la verdad de Cristo enseñada por la Iglesia, conversión del corazón, interior y profunda y una nueva vida según el Espíritu. Queremos profesar siempre la fe cristiana en comunión con la Iglesia. Queremos superar toda fractura en la doctrina, los oscurecimientos y desvíos, las actitudes y posturas de enfrentamiento y de desunión doctrinal y las incoherencias entre fe y vida.

 La fidelidad en la comunión fraterna, exige amor fraterno, concordia, comunicación de bienes. La fraternidad es algo esencial a la Iglesia. La Iglesia es fraternidad.

 La fidelidad en la liturgia y singularmente en la eucaristía, es condición indispensable para perseverar en la doctrina y en la comunión fraterna y eclesial.

 La fidelidad a la oración brota de la fe; ser creyente es ser orante. Nuestra fidelidad a la oración queremos traducirla en tres compromisos: orar siempre, orar con otros, enseñar a orar. Queremos superar todos los fallos en la oración, la desestima y el descuido en la misma y las arbitrariedades litúrgicas.

Ayúdanos Santa María de la fidelidad

 

 (Citas extraídas del mencionado libro Sub tuum praesidium Sancta Maria, Mater Ecclesiae en las páginas 197 a 200, Editorial EDICE, Madrid 2016).

La Asociación Misericordia dio inicio en octubre pasado a una sección nueva. Se trata de transmitir regularmente unos preciosos pensamientos sobre la Santísima Virgen María de autoría del Obispo emérito de San Cristóbal de La Laguna, Canarias, Mons. Damián Iguacén Borau.
Este ilustre Prelado, fue el Obispo más anciano del mundo hasta su fallecimiento el 24 de noviembre.
Cuando Mons. Damián Iguacén cumplió cien años, la Conferencia Episcopal Española publicó un libro denominado “Sub tuum praesidium Sancta Maria, Mater Ecclesiae” que reúne una serie de escritos de D. Damián sobre la Virgen María, dedicados a las más variadas advocaciones y títulos de la Virgen por él ideados.
Por considerarlas de mucha utilidad para nuestros lectores, publicaremos regularmente citas de esos escritos de Mons. Iguacén en el libro editado por la CEE en la Editorial EDICE, Madrid 2016.