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Santa María de la vida oculta

Santa María de la vida oculta en los largos años de Nazaret, vengo a pedirte que me admitas junto a San José, a compartir esa vida oculta con Cristo para Dios. Por el bautismo, nuestra vida está escondida con Cristo en Dios. Los consagrados a Dios en el sacerdocio, en la vida religiosa o de cualquier otra forma, están comprometidos a seguir más de cerca a Cristo en la vida escondida. El Espíritu Santo nos impulsa a todos a no vivir para nosotros mismos, sino para él, que por nosotros murió y resucitó. Santa María de la vida oculta quiero esconder mi vida en Cristo.

La vida escondida con Cristo no es vida escondida en el egoísmo, en una falsa humildad y un falso misticismo, que se refugia en la soledad, porque piensa que el mundo es malo y estar con la gente es peligroso y complicado. Vida oculta no es vida inhibida, sin preocupaciones ni problemas; no es un angelismo absurdo que ignora los problemas y las dificultades de la vida real de la gente. Vida oculta no es vida huidiza de las personas, acomplejada, miedosa, desentendida de todo compromiso, no es vida aburguesada, inactiva, apática, comodona, enemiga de toda novedad por lo que toda novedad tiene de renovación y esfuerzo, de compromiso y de acción. Tampoco es una vida inútil, inutilizada por no poner en juego los talentos.

Santa María de la vida oculta, ayúdame a descubrir en qué consiste la vida oculta con Cristo y comprender y vivir sus riquezas y exigencias. San José, siempre justo y fiel, que pasaste de puntillas por la vida para no distraer la atención de nadie y que todos miraran y atendieran a Jesús y a María, eres un encanto, el hombre que mejor entendiste y tradujiste en vida la vida escondida de tu amado Jesús y de María, admíteme en tu “taller” de vida escondida.

La vida oculta tiene una dimensión psico-sociológica, que es la que viven millones de seres humanos, una vida ignorada, de seres insignificantes, que no llaman la atención, ni despiertan el interés de nadie, que viven sin apenas ser notados, sin hacer ruido, sin dejar huella; personas anónimas, apenas sin nombre, desconocidas, sin brillo, sin prestigios, sin privilegios, del montón. Tú, Señor, quisiste vivir esta dimensión de la vida escondida de tantos seres humanos; no ocupaste cargos; estuviste entre la gente sencilla; no gozaste de privilegios, tú que los tenías todos; no hubo un trato especial para ti por parte de la sociedad de los hombres.

Enséñanos a ser así. La mayor parte somos seres sin importancia en el mundo; no nos demos importancia; no busquemos notoriedad; hagamos el bien a manos llenas y no nos preocupe otra cosa; sigamos siendo seres sin importancia a la mirada de las gentes, y gratos a la mirada de Dios Padre. Ante Dios nadie es un anónimo. Todos tenemos una dignidad y un valor espiritual tan grande que Dios nos ama como hijos suyos, redimidos a precio de sangre de Jesucristo Redentor. Que no nos preocupe aparentar, sino ser. Ante ti, Señor, no vale lo que uno aparenta, sino lo que es, no vale uno por lo que hace, sino por el modo como lo hace. Nunca es inútil uno porque pueda hacer poco o nada, sino cuando vive en el egoísmo y en el desamor. Santa María de la vida oculta, enséñanos a vivir una vida escondida, pero escondida con Cristo para Dios; enséñanos a servir sin pasar factura, a amar con amor desarmado, a hacer muchas cosas por los demás, a dar a fondo perdido, a vivir de la fe, como tú San José, una vida perdida de Jesús.

Para vivir en santidad y justicia hemos de reprimir nuestros egoísmos; hemos de callar y guardar secretos, no podemos decir todo lo que sabemos; no es lícito revolver el cieno y el fango de nadie, por el placer de demostrar que estamos enterados. Señor, tu que te anonadaste, ayúdanos a negarnos a nosotros mismos, cuando nuestro yo maligno quisiera sobresalir; llamar la atención. Que sepamos callar y comprender, para no exasperar aún más al débil, al caído, con nuestros comentarios y murmuraciones; que sepamos arropar con cariño las heridas del alma de tantos heridos, que, al airearlas y exhibirlas a la crítica mordaz y la incomprensión, se emponzoñan, infectan y agravan aún más. Propagar bulos, noticias sensacionalistas, sembrar chismes por afán de notoriedad, no está conforme con la condición cristiana de vivir una vida escondida con Cristo en Dios.

Sin una vida escondida en Cristo, para Dios, no será posible que vivamos esas dos actitudes profundas: el silencio de la espera y el silencio de la aceptación plena de amor. Ahora me explico vuestra vida y vuestra misión, oh María!, oh, José; ahora me explico vuestra fidelidad y vuestra entrega.

Señor, enséñanos a vivir una rica vida interior, contigo. Tú no te pagas de apariencias; das más importancia y extensión a la vida de trabajo callado, humilde, sencillo; los niveles de santidad no van por las cosas externas; no todo es igual, ni da todo lo mismo; hay cosas “necesarias” y otras que no son tanto; hay cosas importantes y otras que son “vanidad de vanidades”; no vale la pena dedicar a todo el mismo esfuerzo, ni gastar energías en cosas que no tienen importancia. Señor ayúdanos a revisar en qué proporción distribuimos el tiempo, cómo invertimos el dinero, las energías, los afectos, las preocupaciones; nunca “para ser vistos”; nunca para “agradar” a la gente y sacar provecho egoísta. Tú, Santa María de la vida oculta, no tuviste ventaja alguna humana por tu condición de Madre de Dios; tú, San José, en un segundo plano, no tuviste privilegio alguno por ser esposo de María y padre adoptivo de Jesús; con vosotros queremos aprender a vivir una vida escondida con Cristo para Dios.

Trabajaremos sin mirar al tendido. Haremos las cosas para la gloria de Dios, no para la galería. Miraremos a Dios, solo a Dios, que ve lo escondido del corazón del hombre. Intentaremos vivir en profundidad y en serio no queremos aparentar, sino ver.

San Jose, ocultó en Nazaret con María y Jesús; Santa María de la vida oculta en Nazaret con Jesús, rogad por nosotros, que queremos escondernos con vosotros con Cristo para Dios.

Santa María, de la vida oculta, ruega por nosotros.

(Citas extraídas del citado libro Sub tuum praesidium, Sancta Maria, Mater Ecclesia, en las páginas 420 a 424, Editorial EDICE, Madrid 2016).

La Asociación Misericordia dio inicio en octubre pasado a una sección nueva. Se trata de transmitir regularmente unos preciosos pensamientos sobre la Santísima Virgen María de autoría del Obispo emérito de San Cristóbal de La Laguna, Canarias, Mons. Damián Iguacén Borau.
Este ilustre Prelado, fue el Obispo más anciano del mundo hasta su fallecimiento el 24 de noviembre.
Cuando Mons. Damián Iguacén cumplió cien años, la Conferencia Episcopal Española publicó un libro denominado “Sub tuum praesidium Sancta Maria, Mater Ecclesiae” que reúne una serie de escritos de D. Damián sobre la Virgen María, dedicados a las más variadas advocaciones y títulos de la Virgen por él ideados.
Por considerarlas de mucha utilidad para nuestros lectores, publicaremos regularmente citas de esos escritos de Mons. Iguacén en el libro editado por la CEE en la Editorial EDICE, Madrid 2016.