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Quiero estar alegre siempre, siempre del buen humor, y además contagiarlo a los que están a mi vera.

Necesito humor para seguirte (Señor) para creer en las Bienaventuranzas, para amar y perdonar a los demás.

 Tú no quieres seguidores gruñones ni entristecidos. No te agradan las procesiones de “sauces llorones”, no te gusta oír letanías de resentidos. Lo comprendo Señor. No es posible ser cristiano sin buen humor. El mal humor no es buen conductor de la Buena Noticia.

El buen humor no evita que haya noches oscuras, pero puede ahuyentar los nubarrones y hacer que en la noche se vean las estrellas.

El buen humor hace que la herida no sea una infección.

Necesitamos humor para saber contemplar ese desfile de máscaras que es la vida de las gentes. Casi todos con máscaras. Pocos, a cara descubierta. ¡Con lo que gusta a Nuestro Señor que vayamos con la cara descubierta!.

 Lo malo no es, en último caso, nuestro pecad que Dios perdona, lo peor es nuestra mentira, nuestras máscaras. Muchas palabras que están de moda son máscaras. En cuanto una palabra se pone de moda, hay que preguntar qué es lo que encubre, más que qué es lo que significa.

De alguna manera todos llevamos caretas y máscaras.

Algunos se colocan máscaras no para engañar, sino por pudor, no está bien visto que uno diga cosas de sí mismo, pero lo hacen con la intención de que se adivine su verdad. Que eso también da risa. No todo el que se compadece es compasivo.

 Que no pierda el buen humor ante las maquinaciones, manejos y enredos de gente intrigante.

Dame sentido de la proporción, lucidez para jerarquizar los valores, inquebrantable Fe en la eficacia de los medios pobres. No e importa hacer el ridículo ante la gente, me importa hacer el ridículo ante Ti, que has puesto al revés los valores del mundo.

 Santa María del Buen Humor, muéstranos a Jesús, Sabiduría eterna, Niño juguetón y causa de nuestro buen humor cristiano, ayúdanos a mantenernos alegres y bien humorados, ruega por nosotros, tantas e es pecadores por tristes y malhumorados, para que seamos dignos de a alcanzar y gozar de inalterable buen humor aquí en la tierra y de las alegrías eternas en el cielo. Amén.

 Contemplamos la singular imagen de la Virgen María con el Niño Jesús juguetón en sus brazos. Es “Nuestra Señora del Buen Humor”. Precioso mensaje.  Nos está recordando que hemos de ser hombres y mujeres de buen humor. ¿Nos podemos imaginar la Virgen María enfadada, nerviosa, de mal humor y a Jesús, de mala cara?.

 La que es Santa María del Buen Humor es también “Santa María”, “Trono de la Sabiduría” y “Causa de nuestra alegría”.  El mal humor no se compagina con la Buena Noticia que es el Evangelio que hemos de vivir y anunciar a todas las gentes. Humor sin sabiduría es necedad.

 Persona de buen humor no significa a persona chistosa. El buen humor no se propone hacer reír, a diferencia del chiste, cuyo éxito culmina en la carcajada. Es muy bueno hacer reír; pero también en eso puede haber excesos que no se pueden justificar. El buen humor va más allá. Como siempre va acompañado de sabiduría, sabe estar siempre a la altura que le corresponde. La persona de buen humor es una  persona encantadora.

 Hay personas de humor variable, como el mar: pleamar y bajamar, marea ata y marea baja.

Esto es bueno para el mar, pero en las personas es desconcertante. No sabes cómo tratarlas… Esto no se puede justificar diciendo: ‘yo soy así “, “tengo este temperamento y me tenéis que aguantar’. El humor no es cuestión de temperamento sino de educación. Hay personas bien educadas y personas mal educadas.

 Santa María del Buen Humor, ruega por nosotros pecadores por tristes y malhumorados,  para que seamos dignos de gozar de inalterable buen humor aquí en la Tierra y del eterno gozo del cielo.

 Santa María del buen humor, ruega por nosotros.

 (Citas extraídas del citado libro Sub tuum praesidium Sancta Maria, Mater Ecclesiae en las páginas 75  a 93, Editorial EDICE, Madrid 2016).

La Asociación Misericordia dará inicio a una sección nueva. Se trata de transmitir regularmente unos preciosos pensamientos sobre la Santísima Virgen María de autoría del Obispo emérito de San Cristóbal de La Laguna, Canarias, Mons. Damián Iguacén Borau.

Este ilustre Prelado, es el Obispo más anciano del mundo. Todo un récord digno del Guinness World of Records.

Cuando Mons. Damián Iguacén cumplió cien años -ahora tiene 104- la Conferencia Episcopal Española publicó un libro denominado “Sub tuum praesidium Sancta Maria, Mater Ecclesiae” que reúne una serie de escritos de D. Damián sobre la Virgen María, dedicados a las más variadas advocaciones y títulos de la Virgen por él ideados.

Por considerarlas de mucha utilidad para nuestros lectores, publicaremos regularmente citas de esos escritos de Mons. Iguacén en el libro editado por la CEE en la Editorial EDICE, Madrid 2016.