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Santa María del equilibrio

 

Santísima Virgen María, siempre te hemos invocado como Trono de la Sabiduría y Virgen Prudentísima. Bien sabes que necesitamos de tu ayuda para ser prudentes y para juzgar y saber de las cosas según Dios. Ahora te pedimos que intercedas ante el Señor, para que nos conceda el don del equilibrio, que hoy tanto necesitamos.

Virgen del equilibrio, ruega por nosotros pecadores, para que seamos capaces de mantener el equilibrio cristiano en un mundo tan desequilibrado.

Hay muchos desequilibrios y muchos desequilibrados. Falta equidad en los juicios, honradez en las conductas, fácilmente se pierde el equilibrio, y las actuaciones son ilógicas e incoherentes. Perder el equilibrio es caer. Las caídas son siempre un fracaso, muchas veces peligrosas y casi siempre hacen daño. Es grande el daño que se puede hacer cuando actuamos de forma desequilibrada y loca, cuando no hay equilibrio mental o emocional. Santa María del equilibrio, ruega por nosotros, para que seamos capaces de mantener siempre la lucidez de la razón, la rectitud del juicio y el equilibrio del corazón.

Mucha gente “pierde los estribos”, “pierde los papeles”, “pierde el control”. Cuántos aún desde puestos de responsabilidad se descontrolan, se desequilibran y hacen disparates y locuras. ¿Dónde está el sabio, dónde el prudente, donde el equilibrado? Algunos tienen miedo a comprometerse demasiado, o ir demasiado lejos; el menor exceso les hace temblar; les preocupa enormemente conservar todo el “justo medio”. Pero esto no es equilibrio; esto es equilibrismo; allí no hay un equilibrado, sino un equilibrista.

El pecado es la raíz, la fuente, el origen y la causa de los desequilibrios de los seres humanos. El Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, al quitar el pecado, restablece la paz y el equilibrio; él es el equilibrio.

No todo lo que nos proponen y nos presentan como equilibrado y sensato es sensato y equilibrado, según tus juicios, ni grato a tus ojos. Equilibrio cristiano no es ambigüedad, ni “nadar entre dos aguas”, no es astucia, picardía ni pillería, ni es irenismo  ni querer compaginarlo todo acrítica e irresponsablemente. Equilibrio cristiano no es una especie de malabarismo para no definirse, ni un juego “habilidoso para salir airoso”, aunque sea a base de fingir y mentir: “una mentira bien compuesta mucho vale y poco cuesta”, dicen algunos equilibristas. Equilibrio cristiano no es “politiqueo” ni táctico de echar balones fuera, ni el arte de quedar bien, ni un juego de prestidigitación en el que se manipula con la verdad y la mentira, las restricciones y las medias verdades.

Santa María del equilibrio, queremos mantenernos en equilibrio cuando nos hallemos en situaciones de conflicto entre oración y acción, contemplación y trabajo, vida interior y vida exterior; cuando no sabemos si hablar o callar, actuar o inhibirnos, comprometernos o dejarlo pasar, marchar o quedarnos, decir sí o decir no, aceptar o rechazar. Ayúdanos a mantener el equilibrio cristiano entre amabilidad y exigencia, sencillez y prudencia, sinceridad, condescendencia con lenidad, diálogo con monólogo, celo con ira, fervor con fanatismo, escuchar con ceder; que encarnarse no es perder la identidad, libertad religiosa no es indiferentismo, actuación no es relajación, fidelidad no es intransigencia, amor a la paz no es pacifismo, apostolado no es proselitismo.

Nunca se llega al equilibrio cristiano faltando a la verdad o al bien.

No todo lo que parece equilibrado y sensato es sensato y equilibrado según tú, Señor. Por eso te pido que me “concedas serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, ánimo para cambiar las que puedo y sabiduría para discernir las unas de las otras” “mándame tu sabiduría para que me asista en mis trabajos”.

No es fácil hallar personas verdaderamente equilibradas, a no ser que queramos honrar con ese título, como se hace frecuentemente, a individuos que parecen calmos y suaves, pero es que su debilidad espiritual los hace incapaces de estridencias, porque son incapaces de emitir ni sonidos; que están exentos de culpas y faltas, porque carecen de vida personal; que son modelos de orden y disciplina, porque no brota en su espíritu, en el estéril campo de su alma, ni ideas ni afectos ni arranques de voluntad. De tales aparentes equilibrados nada tiene que esperar ni la ciencia ni el arte ni la santidad, que suponen una larga serie de esfuerzos y de iniciativas. “El equilibrio verdaderamente deseable y provechoso es el equilibrio que llamamos positivo, es decir, el orden y el concierto de facultades y tendencias, todas vivas, enérgicas y operativas”.

El equilibrio armoniza y abraza en sí tendencias opuestas: la voluntad y la pasión, la prudencia y la audacia, la lucidez y el entusiasmo.

El mareo es más frecuente y más peligroso en las alturas; solo el humilde es grande y se mantiene en pie; líbranos, Señor, del mareo de las “alturas”. Hay una solución radical para curar los desequilibrios espirituales y es, lanzarse con los ojos cerrados en las manos de Dios, apoyados únicamente en su palabra.

Quiero aprender que el amor a Dios y al prójimo es la fuerza equilibradora, integradora, de las personas y de las comunidades. Solo vive verdaderamente en una unidad y equilibrio quien ama.

“Cualquier género de vida, cualquiera que sean sus prácticas, o su porte exterior, mientras busquemos sinceramente el amor de Dios y el amor del prójimo por Dios, será agradable a Dios.

Señor, por intercesión de Santa María del equilibrio, danos tu luz y tu fuerza para que podamos moderar nuestros afectos, de suerte que ni las repugnancias de nuestra naturaleza sean obstáculo en el momento de tomar decisiones, ni las inclinaciones sean la razón de nuestro obrar; que no nos determinemos por impresiones, sino por razón, iluminados por la fe. Danos esa libertad interior, necesaria para situarnos en una igualdad de disposición con respecto a las cosas, en un equilibrio, para ni apasionarnos por lo uno ni por lo otro. Danos un corazón desembarazado, independiente y libre, para que no nos dominen las cosas, para que sepamos flotar sobre el oleaje y sigamos la línea de tu voluntad entre las vicisitudes cambiantes.

 

Santa María del equilibrio, ruega por nosotros

 

(Citas extraídas del mencionado libro “Sub tuum praesidium Sancta Maria, Mater Ecclesiae” en las páginas 169 a 173, Editorial EDICE, Madrid 2016).

La Asociación Misericordia dio inicio en octubre pasado a una sección nueva. Se trata de transmitir regularmente unos preciosos pensamientos sobre la Santísima Virgen María de autoría del Obispo emérito de San Cristóbal de La Laguna, Canarias, Mons. Damián Iguacén Borau.
Este ilustre Prelado, fue el Obispo más anciano del mundo hasta su fallecimiento el 24 de noviembre.
Cuando Mons. Damián Iguacén cumplió cien años, la Conferencia Episcopal Española publicó un libro denominado “Sub tuum praesidium Sancta Maria, Mater Ecclesiae” que reúne una serie de escritos de D. Damián sobre la Virgen María, dedicados a las más variadas advocaciones y títulos de la Virgen por él ideados.
Por considerarlas de mucha utilidad para nuestros lectores, publicaremos regularmente citas de esos escritos de Mons. Iguacén en el libro editado por la CEE en la Editorial EDICE, Madrid 2016.