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Santa María del SOS

Cuando veo señalizaciones con la palabra SOS, pienso inevitablemente en ti, Virgen María; me evocan y recuerdan tu presencia y tu quehacer de Madre que escucha, atiende y auxilia. SOS es la llamada internacional de socorro. Todo el mundo sabe lo que significa: “Salvad nuestra vida”. Un servicio importante en situaciones de emergencia.

Eso eres Tú, Virgen María, y eso haces con nosotros, así te vemos y así te necesitamos: SOS siempre al alcance, “transmisora” fiel de nuestras llamadas de socorro, “emisora” viva y potente, cuyas “ondas” atraviesan los espacios y llegan sin interferencia alguna hasta el Corazón mismo del Señor clemente y misericordioso, pues “has hallado Gracia delante de Dios”. Déjanos llamarte “Santa María del SOS”, porque eso eres realmente para nosotros. Así te ha visto siempre el pueblo cristiano, aunque te lo haya dicho con otras palabras.

¿Quién no tiene alguna herida en el cuerpo y en el espíritu? Como Jesús mostremos también nuestras heridas a la madre y confiemos. Ella siempre escucha, capta muy bien nuestros problemas y responde siempre trayendo el remedio. Qué dicha tener tan disponible y siempre a la mano a Santa María, Madre de Dios, Virgen del SOS.

María es “Estrella” orientadora en nuestro caminar y es SOS en las emergencias del camino. Confiemos. Ella es madre de misericordia, acompaña, ayuda, atiende y protege. Acudamos a Ella y confiemos. Con ella podremos mantenernos en pie entre ruinas, ella nos sostendrá si vacilamos, nos levantará si caemos y nos dará ánimo para perseverar y seguir adelante. Nuestra confianza sea total. Ella se siente obligada de alguna manera para con nosotros pecadores, pues de alguna manera nos debe el ser lo que es, Madre de Dios encarnado para el perdón de nuestros pecados.

Nuestra confianza debe ser total, pero no temeraria. El que pide auxilio también tiene que colaborar con lo que pueda a su salvación.

A las llamadas hay que responder adecuadamente. Cuántas veces nos piden ayuda y damos solo consejos; piden soluciones y damos opiniones, piden felicidad y bienestar y damos sucedáneos; tienen hambre y proponemos aborto; piden pan y damos prédicas; piden paz y justicia y respondemos con palabras bonitas; piden auxilio urgente y decimos que esperen a que se resuelvan los trámites legales; piden mejores condiciones de vida y decimos que eso no es económicamente rentable; vienen a pedir y decimos que no es hora. He aquí una serie de llamadas sin respuesta; SOS perdidos en el vacío, que son aún más desesperantes porque, habiendo sido captados, no han sido bien atendidos.

A las llamadas hay que responder debidamente. Seremos juzgados no por los verbos, sino por los adverbios, sobre todo por este adverbio: debidamente. No se trata de responder, sino responder debidamente, como es debido. El problema a veces no es que falte voluntad ni ayudas, sino que éstas no se hacen como es debido. Hacemos cosas, pero no las tendríamos que hacer ni del modo como es debido.

No es fácil escuchar correctamente, es decir objetivamente. Imparcialmente, sin añadir ni quitar de nuestra parte. Para oír bien hay que tener el corazón limpio y limpia la mirada; también se oye con los ojos y el corazón.

Escuchar también tiene una dimensión religiosa. “Dichoso el que acoge la Palabra” dice el Señor. Hay que acoger con religiosa sumisión del entendimiento y de la voluntad la voz de los Pastores cuando nos advierten de peligros que amenazan la fe y la vida cristiana. Sus intervenciones entonces no son intromisiones, sino SOS. Las señalizaciones viales que dicen “Carretera cortada. Vía alternativa”, no son una merma de la libertad de circulación, sino SOS, aviso de un peligro, como se dijeran: “No sigas por aquí. Este camino lleva a ninguna parte, está cortado”. Tengo la tristísima experiencia de algunos que se rieron de estas advertencias, y luego los vi precipitados en el barranco. Hemos de escuchar las voces SOS que nos advierten dónde hay un mal enfoque, un desvío, un riesgo.

La voz de alerta ante un peligro público es un servicio, no un atentado a la libertad. Hay voces de alerta muy providenciales y, que no debemos desoír.

Acudamos a María, invoquemos a María, imitemos a María. María no es un lujo en la vida cristiana.

En estos momentos importantes y comprometidos hay una presencia singular de Santa María del SOS, que ayuda a encajar la realidad que no tiene vuelta de hoja, a poner nuestra nada de criatura y nuestra debilidad ante la omnipotencia, el amor infinito y la infinita misericordia de Dios, Padre; ella os ayuda a acusar recibo del Señor. Entonces, lo importante es “salvar la vida”, la vida eterna, que es la verdadera, “salvar el alma”.

Gracias Señor, por Santa María del SOS. Cuántas cosas has determinado que lleguen a ti y nos leguen a nosotros por esta vía, “vía satélite”, vía Santa María del SOS; gracias, Señor.

Santa María del SOS, confiamos en ti, acudimos a ti, ruega por nosotros, intercede por nosotros que nos acogemos bajo tu amparo. Enséñanos a ser también nosotros un permanente SOS al servicio de todos; a estar atentos a las llamadas de Dios y de nuestros hermanos los hombres; ayúdanos a permanecer en escucha permanente y dispuesto a responder a toda petición de ayuda y a cualquier grito de socorro.

Santa María del SOS, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, para que no equivoquemos el camino y para que, recorriéndole sin accidentes, seamos dignos de alcanzar y gozar las promesas de nuestro Señor Jesucristo.

(Citas extraídas del citado libro Sub tuum praesidium Sancta Maria, Mater Ecclesiae en las páginas 374 a 379, Editorial EDICE, Madrid 2016).

La Asociación Misericordia dio inicio en octubre pasado a una sección nueva. Se trata de transmitir regularmente unos preciosos pensamientos sobre la Santísima Virgen María de autoría del Obispo emérito de San Cristóbal de La Laguna, Canarias, Mons. Damián Iguacén Borau.
Este ilustre Prelado, fue el Obispo más anciano del mundo hasta su fallecimiento el 24 de noviembre.
Cuando Mons. Damián Iguacén cumplió cien años, la Conferencia Episcopal Española publicó un libro denominado “Sub tuum praesidium Sancta Maria, Mater Ecclesiae” que reúne una serie de escritos de D. Damián sobre la Virgen María, dedicados a las más variadas advocaciones y títulos de la Virgen por él ideados.
Por considerarlas de mucha utilidad para nuestros lectores, publicaremos regularmente citas de esos escritos de Mons. Iguacén en el libro editado por la CEE en la Editorial EDICE, Madrid 2016.