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Santa María nueva oportunidad

 

Señor Jesucristo, Pastor y Cabeza de la Iglesia, que manifiestas gran preocupación por las otras ovejas que no son de tu redil y dices que “a éstas también tienes que llevarlas”; queremos compartir contigo esta misma preocupación; nos inquieta y nos duele que haya tantos alejados de ti y de la Iglesia. ¿Qué podemos hacer?

Tú no abandonas ni olvidas a los que andan lejos y extraviados, por la razón que sea; llamas insistentemente a todos y a todos invitas a que vengan, no te resignas a perder lo que tanto te costó rescatar. Y quieres que también nosotros nos interesemos: “Id por todo el mundo” nos dices. “Id a los cruces de los caminos y, a cuantos encontréis, invitadlos”.

Infúndenos celo apostólico, caridad pastoral, para que vayamos a establecer contactos fraternos con todos, a llevar a todos tu invitación, a facilitar a todos el camino hacia ti.

Con qué alegría y confianza te invocamos, oh, María, con este título tan honroso par ti y tan ilusionante para nosotros. Nueva oportunidad. ¡Ea, pues, actúa ya! Sal al encuentro de todos los que se alejan. Corta el camino de nuestros abandonos y fugas. Deténnos en la huida. Crúzate en nuestro camino y grita con voz potente, dinos a todos, a cada uno, cada vez que nos alejamos de Dios de cualquier manera o nos enfriamos en el seguimiento de Cristo, dinos con voz de Madre, amoroso, apremiante: “Acuérdate, hijo, de dónde has caído, arrepiéntete, vuelve a ser como antes”.

“Acuérdate, arrepiéntete, vuelve”. Que estas palabras se graven en nuestro espíritu y sean un fuerte toque de atención, llamada apremiante para todos los hijos pródigos que están fuera de casa: los que nunca han tenido fe a otras latitudes, los que tienen fe pero abandonan las prácticas cristianas, los que han perdido la gracia y amistad de Dios, los alejados de la Iglesia, los que se dicen cristianos y siguen a Jesucristo solo de lejos con una vida cristiana, mediocre e incoherente.

Santa María, nueva oportunidad, dinos una y otra vez, con insistencia de Madre: “Acuérdate, arrepiéntete, vuelve”; que estas palabras se conviertan en una cantinela interior de la que no nos podamos librar, como sucede con esas melodías musicales que se graban en nuestra memoria, en nuestra cabeza y nos persiguen persistentemente y se repiten machaconamente dentro de nosotros, a pesar de los esfuerzos que hacemos por rechazarlas.

Dar nuevas oportunidades no significa hacer “rebajas” en las exigencias de la vida cristiana. No hay “barajitas” en el seguimiento de nuestro Señor Jesucristo, ni “facilidades” en la vida de fe. Es necesario aceptar a Cristo plenamente, incondicionalmente. “Haced lo que él nos diga” nos dices tú, Santa María, una nueva oportunidad. No hay otra oportunidad fuera de Cristo.

Optar por Cristo supone aceptar su persona y su mensaje, sincera y plenamente, sin ambigüedades, sin falsos irenísmos que dañan la pureza de la doctrina católica y oscurecen su genuino y definitivo sentido. Ante Cristo y su mensaje no caben rebajas, actitudes laxas, neutralidad ni indiferencia. La neutralidad ante Cristo es imposible, y siempre es culpable.

No podemos entrar en comunión con Dios si no es por medio de Cristo y bajo la acción del Espíritu Santo. El Reino de Dios no puede separarse de Cristo y de la Iglesia. El cristianismo no puede quedar reducido a una sabiduría meramente humana o a una ciencia de vivir bien.

Nueva oportunidad no es escamotear la conversión del corazón, ponnos delante de Jesús, Santa María de la nueva oportunidad, que él nos mire, como miró al ciego y al paralítico, y nos cure; que nos acoja y nos haga acogedores; que salga al encuentro de cuantos le buscan y de los que huyen de él. Y nos enseñe a salir al encuentro de todos los alejados para acompañarlos en su camino de regreso.

Santa María, nueva oportunidad, ayúdanos  a vivir de tal manera de que no desorientemos a nadie, ni desanimemos, ni desilusionemos, ni defraudemos,  ni estorbemos a nadie en su camino hacia Dios. Que nuestros obstruccionismos, intransigencias y durezas no pongamos dificultades a los que empiezan a estar de vuelta.

Santa María, nueva oportunidad, nos cuesta creer en la capacidad de cambio de las personas, no nos acabamos de fiar del todo de los que una vez se portaron mal.

Tengamos mucho cuidado pues nuestras incomprensiones pueden cerrar las puertas a los que quieren volver.

Santa María, nueva oportunidad, ponnos delante de Jesús. Míranos, Señor; escúchanos Señor, ilumínanos Señor, muéstrate a nosotros, enséñanos a buscarte, muéstrate al que te busca, porque, no podemos ir a tu busca, si tú no te manifiestas, deseándote te buscamos, buscándote te deseamos, amándote te hallaremos y hallándote te amaremos.

Santa María, nueva oportunidad, ruega por nosotros.

(Citas extraídas del mencionado libro “Sub tuum praesidium Sancta Maria, Mater Ecclesiae” en las páginas 55 a 59, Editorial EDICE, Madrid 2016).

La Asociación Misericordia dio inicio en octubre pasado a una sección nueva. Se trata de transmitir regularmente unos preciosos pensamientos sobre la Santísima Virgen María de autoría del Obispo emérito de San Cristóbal de La Laguna, Canarias, Mons. Damián Iguacén Borau.
Este ilustre Prelado, fue el Obispo más anciano del mundo hasta su fallecimiento el 24 de noviembre.
Cuando Mons. Damián Iguacén cumplió cien años, la Conferencia Episcopal Española publicó un libro denominado “Sub tuum praesidium Sancta Maria, Mater Ecclesiae” que reúne una serie de escritos de D. Damián sobre la Virgen María, dedicados a las más variadas advocaciones y títulos de la Virgen por él ideados.
Por considerarlas de mucha utilidad para nuestros lectores, publicaremos regularmente citas de esos escritos de Mons. Iguacén en el libro editado por la CEE en la Editorial EDICE, Madrid 2016.