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André Ferreira
Publicado: abril 12, 2022

Tertuliano y la Misericordia de la oración 

Recientemente leí un texto muy interesante, sacado del tratado del presbítero Tertuliano sobre la oración. Es increíble que después de tantos siglos tenga actualidad. Os comento lo que más me impactó.

Se pregunta el autor si ¿”podrá Dios negar algo a la oración hecha en espíritu y verdad, cuando es él mismo quien la exige”? Si Dios es quien nos mueve a la oración, El mismo nos escuchará. Claro que no sólo como queremos, sino también para comprender lo que Dios prepara a los que padecen por su nombre. 

Y da Tertuliano unas referencias “en el pasado, la oración alejaba las plagas, desvanecía los ejércitos de los enemigos, hacía cesar la lluvia. Ahora la verdadera oración aleja la ira de Dios, implora a favor de los enemigos, suplica por los perseguidores. ¿Y qué tiene de sorprendente que pueda bajar del cielo el agua del bautismo, si pudo también impetrar las lenguas de fuego? Solamente la oración vence a Dios; pero Cristo la quiso incapaz del mal y todopoderosa para el bien”. 

“La oración perdona los delitos, aparta las tentaciones, extingue las persecuciones, consuela a los pusilánimes, recrea a los magnánimos, conduce a los peregrinos, mitiga los tormentos, aturde a los ladrones, alimenta a los pobres, rige a los ricos, levanta a los caídos, sostiene a los que van caer, apoya a los que están en pie”.

San Gregorio Nacianceno dice que las “obras de caridad son las únicas que no admiten demora”. Y es precisamente una de las obras de Misericordia espirituales.

Si esto es así, ¿por qué no rezamos más por quien lo necesita? ¿Por qué no ayudamos con nuestras oraciones a un hermano o a una hermana, a quien Dios quiere salvar, pero quiere que nosotros recemos por aquella alma que puede estar pasando por una dura prueba.

Hablamos en nuestra época mucho de la alegría y del amor. ¿Qué mayor alegría y que manifestación más alta de amor que rezar por los demás? Pero somos muy incrédulos y no valoramos con justicia el gran poder de la oración. Un arma muy eficaz, que no solemos usar.

No lo olvidemos y coloquémoslo en práctica.